Visual thinking: una historia de amor

Imagen destacada by Jean Philippe Delberghe on Unsplash

El qué y cómo percibimos la realidad que nos rodea deja marcas indelebles en nuestro cerebro; vemos desde lo que somos y lo que percibimos nos re-crea y define lo que somos al segundo siguiente como si de un anillo de Moebius se tratara. Partiendo de esta idea, el visual thinking cobra una importancia radical en todos los ámbitos, también en el ámbito educativo.

Antes de exponer mi reflexión sobre mi relación con el pensamiento visual, quisiera rescatar tres ideas del primer tema del MOOC «Visual thinking en educación»:

  1. La forma en que nuestro cerebro interpreta una imagen está intimamente ligada a la emoción que esa imagen despierta. Esto afecta a la forma de organizar la información en nuestro cerebro y, por tanto, repercute en su estructura; así que, ante un mismo estímulo (imagen en este caso), se crearán tantas improntas en el cerebro como personas.
  2. Sin ser totalmente exacto que «una imagen vale más que mil palabras», sí que me atrevo a afirmar que la imagen correcta puede tener la misma carga de información que estas. En eso consiste el llamado «efecto de superioridad» de la imagen.
  3. Si una imagen se une a palabras clave, el reconocimiento de las ideas será mejor y, por tanto, será más facilmente asimilable y recordable.

O dicho de otro modo…

Ideas del tema 1 del MOOC Visual thinking en educación representadas graficamente

Tonteando con el visual thinking

Siempre he sido de esas personas que afirman dibujar mal por lo que (o quizá dado que) casi nunca dibujo, aunque ya en Secundaria utilizaba pictogramas al lado de los párrafos de mis apuntes para resumirlos y recordarlos y eso me ha hecho bastante competente en resumir conceptos usando mezcla de palabras e imágenes aunque -en ocasiones- solo mi cerebro las logre interpretar correctamente.

Por otra parte, cuando en mi lugar de trabajo se empezó a sistematizar el uso de metodologías activas de aprendizaje y se nos dio formación en mapas mentales y rutinas de pensamiento, me subí al carro de forma apasionada y uso lo que he aprendido como docente también en mi labor como secretaria y como madre. Y para muestra, aquí os dejo un par de botones.

Análisis asociativo de Decroly hecho con hijo mayor sobre la exposicón Los 13 del Sidrón
Mapa mental elaborado para explicar a las familias el proceso de admisión en Asturias

Formalizando la relación en el aula

Aunque está claro que ya he tonteado con el visual thinking, quiero sacar el máximo partido a su uso en el aula. No sé si estoy lista, pero cuando veo las plantillas y experiencias didácticas que comparten otros docentes de mi #claustrovirtual a través de las redes sociales, me siento interpelada y llamada a dar el paso. Por eso estoy aquí:

  • Porque creo que tengo buena capacidad de síntesis y de análisis y buenas ideas para plasmar mis ideas en imágenes y que, debido a mi complejo de mala dibujante, no he sabido aprovecharla al 100%.
  • Porque quiero crear materiales atractivos para mis alumnos, como aquellos apuntes de Literatura que ilustraba mi compañero Pablo Menéndez Huerta en BUP y que tantas horas de estudio me ahorraron.
  • Porque quiero enriquecer las plantillas de las rutinas de pensamiento que presento en el aula.

Desterrando amores platónicos de adolescencia

Pero qué podría ofrecer el visual thinking a mi alumnado cuando tantos adolescentes viven relaciones de amor-odio unos y relaciones platónicas otros con el conocimiento. Pues creo que puede ser una herramiento útil para acercarles a una forma de conocimiento fruto de una relación estable: la del aprender a aprender.

Bien sea a través de mapas mentales, diarios de aprendizaje, portfolios de la asignatura, etc. creo que es necesario introducir la imagen no como elemento decorativo o como lettering al más puro estilo Mr. Wonderful, sino como una herramienta impulsora del proceso de análisis y síntesis de lo aprendido, de lo descubierto, de lo investigado.

Además quiero incrementar su motivación y que mis alumnos también se enamoren de lo que aprenden a través de lo que tienen que mostrar, de sus creaciones. Deseo que creen ese vínculo emocional con sus trabajos y que cale así en ellos el amor por el saber y por el mostrar lo que saben. Y es ese mostrar lo que se sabe lo que ayuda a una evaluación auténtica y facilita la autoevaluación más allá de la nota. ¿No es eso acaso lo que todo docente ha de perseguir?

No quisiera cerrar este post sin mi reflexión traducida en imágenes a modo de práctica. ¡Para los más visual thinkers!

Las 1001 palabras traducidas a imágenes

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